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domingo, 6 de noviembre de 2011

La entrevista de trabajo

Por suerte, o por no tener tanta suerte, he acudido a un gran número de entrevistas de trabajo, y la gran mayoría de ellas se han concentrado desde junio hasta la actualidad. Y digo sin tanta suerte quizás porque aún sigo buscando trabajo.

Realmente, creo que será verdad eso de que en esta situación de crisis es más difícil que nunca encontrar trabajo. Para todas las entrevistas que he hecho hasta ahora he ido del mismo modo: con mi currículum actualizado en la mano, con la ropa que uso habitualmente cuando quiero ir algo más arreglada, pero sin abandonar mi estilo habitual más bien informal, correctamente peinada y con maquillaje de día. ¿Por qué siempre ese estilismo? Porque creo que no es positivo arreglarse mucho para una entrevista cuando ese no es tu estilo habitual, ya que, si realmente el puesto es tuyo, una de dos: o te tienes que renovar todo el armario, o tus jefes verán que tu aspecto no es el que vieron por primera vez. Yo creo que he ido bien preparada a todas las entrevistas, tanto en aspecto, como a nivel mental. Nunca me pongo nerviosa, y contesto a las preguntas pausadamente, con argumentos y con sinceridad, evitando valoraciones negativas. En todas ellas la experiencia fue positiva.

Normalmente siempre me han hecho el mismo tipo de preguntas: dónde había trabajado anteriormente, por qué quería trabajar en la empresa, cuáles eran mis expectativas económicas... Y siempre he contestado con sinceridad. Al contestar con tranquilidad y segura de lo que decía, la empresa me contestaba del mismo modo, y siempre he salido satisfecha de las entrevistas. La pena es que todavía no he encontrado trabajo. No se si pensar que es porque mi perfil no es atractivo, si es la crisis la que hace que seamos muchos los que optemos a los mismos puestos de trabajo... O lo más probable, que apenas tengo experiencia relacionada con mis estudios, y hay mucha gente que por la crisis ha perdido su empleo y tiene años y años de experiencia.

Todo esto me lleva a pensar que los recién titulados lo tenemos realmente difícil. Cuando he visto que no me llamaban de ninguno de los trabajos, me he sentido realmente frustrada, pero no hay que perder las ganas, ni tirar la toalla. La ilusión es lo último que se pierde, a la par de la esperanza...

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